Y la historia dice así:
«Enoc elogió a Naeme por haber seguido su espíritu de manera tan fiel y comprensible.
Y Naeme respondió:
—Oh Enoc, todo mi amor sea para el Señor; ¡porque solo Él me dio a entender tus palabras, a mí que soy la más indigna!"
Cuando Naeme confesó tales cosas, inmediatamente percibió un soplo suave y dijo:
—¡Oh Enoc! ¿Quién me sopló tan suavemente y celestial a través de todo mi ser?
Y Enoc respondió:
—Querida Naeme, he aquí, el Señor está entre nosotros, si bien no es visible a los ojos, ¡pero sí es bien perceptible a nuestros sentimientos!
Simplemente ámalo siempre de esta manera, y verás como percibirás a menudo este soplo santo; porque cuando el Señor te bendice, ¡Él Mismo sopla Su amor en tu corazón! ¡Así es!»